Carta a los reyes magos.

Aquellos días eran los peores del año – Pensaban -. Había mucho trabajo, ya que las primeras cartas comenzaban a llegar para el día 20.

Muñecas de moda, coches, juegos de mesa...

El género casi siempre era el mismo con la única diferencia de que cada año aumentaba increíblemente el coste.

Baltasar revisaba un montón de cartas. Menos mal que está disminuyendo la natalidad, porque con lo caprichosos que son estos críos...

De pronto encontró una epístola sin remitente. Sobre un papel reciclado, unas letras borrosas.

La abrió cuidadosamente, para no dañarla.

Queridos Reyes Magos:

Este año no ha sido el mejor para mí. Esta primavera, unos señores de uniforme ocuparon nuestro país. Conducían unos coches muy raros. Al principio sólo estaban allí, y todos nos preguntábamos por qué. Siempre creí que papá lo sabía, pero nunca decía nada, y algunas noches oía a mi madre llorar silenciosamente en su cuarto.

Sin embargo, un día se empezaron a escuchar sirenas y bolas de fuego comenzaron a caer del cielo sin cesar. Tenía miedo, y al salir de la escuela corrí hacia casa.

Cuando llegué mi madre lloraba, pero esta vez sus llantos no se quedaban en su habitación e inundaban toda la casa. Papá había muerto; había sido alcanzado por una de aquellas bolas de fuego que arrasaban con todo lo que encontraban a su paso.

Desde aquel momento en mi interior vive un sentimiento que me devora día a día, y palabras como VENGANZA o JUSTICIA suenan en mis doloridos oídos. Suenan más fuerte que las sirenas, más fuerte que las explosiones.

No quiero sentirlo, sólo quiero conseguir paz y que todo vuelva a ser como antes. Quiero ver a mi padre cuando vuelva de la escuela; quiero jugar con él al fútbol; quiero que me aconseje cuando me enamore...

Pero nada será así porque mi padre no va a volver nunca, porque mi padre ha muerto por la ambición de los ricos.

Así que, señores Reyes Magos, yo sólo les pido que todo el dolor, el horror, el miedo o la impotencia que sentí o que aún estoy sintiendo, sea lo único que experimenten aquellos que denominaron a esta guerra como justa y necesaria.

Con cariño y quién sabe si hasta el año que viene.

Amed.


Baltasar echaba la carta al fuego mientras miraba a Gaspar.

- ¿Qué, otro que pide cosas imposibles?
- Si, ¡Qué críos más caprichosos!



Con la llegada de la navidad, la familia se reúne para discutir, nuestros bolsillos se vacían de forma innecesaria y las obsoletas historias de siempre se repiten a los niños, pero no hemos de olvidar la cruda realidad, que nos golpeara pasadas estas fechas y a los menos agraciados durante las mismas. Con este cuento, tenemos la posibilidad de reflexionar sobre el asunto mientras comemos polvorones.
Este texto esta extraído de un foro, en el que han reunido algunos cuentos "anitnavideños" escritos por estudiantes de E.S.O. y Bachillerato. Este en cuestión pertenece a Paula Fuertes, que cursaba 1º de Bachillerato cuando lo escribió. 

Ilusión

Había una vez un campesino gordo y feo 
que se había enamorado (¿como no?) 
de una princesa hermosa y rubia... 
Un día, la princesa - vaya usted a saber por qué - 
dio un beso al feo y gordo campesino... 
y, mágicamente, éste se transformó 
en un esbelto y apuesto príncipe. 


(Por lo menos, así lo veía ella...)

(Por lo menos, así se sentía el...)


Extraído de la obra de Jorge Bucay