La Creación.

En el principio no había nada más que Dios.
Un día recibió un caja llena de guisantes en vaina.
Se preguntó quién se la habría enviado, pues no conocía nadie más que a sí mismo.
No veía la cosa muy clara, así que dejó que la caja se quedara allí, o mejor dicho, que se quedara suspendida en la nada.

Siete días más tarde reventaron las vainas, y los guisantes salieron disparados hacia el vacío.
Algunos de los guisantes que habían compartido vaina permanecieron juntos y formaron constelaciones.
Empezaron a crecer y a brillar y, así, del vacío surgió el universo.

Dios se asombro mucho de ello. Sobre uno de los guisantes se desarrollaron más tarde toda clase de criaturas, entre ellas seres humanos, que le conocían. Le atribuyeron la creación del universo y por ella lo veneraron.

Dios no lo negó, pero hasta el día de hoy sigue rumiando quién demonio le mandó aquella dichosa caja de guisantes.


Extraído de la obra de Franz Hohler.

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